miércoles, 7 de enero de 2009

Os presento a Marianne y Rodolfo.

Estos dos personajes forman parte de mi colección de piedras. La base de sus cabezas es una piedra encontrada en la montaña. He de confesar que siento debilidad por las piedras. Las encuentro y establezco con ellas una especie de diálogo en el que se abre ante mí un universo de posibilidades en esmalte.

Para ello, corto y adapto plancha de cobre al contorno o al hueco de la piedra y emerge el milagro.

Porque cada esmalte es como un milagro. En cada cocción el color cobra vida.

Pienso que la piedra es la representación de la materia, la solidez, la eternidad física.El esmalte, la luz, el color, el sentimiento y el alma. Si se unen estos principios, el resultado es una obra de arte que combina lo más fuerte y lo más frágil y etéreo. Me siento muy bien con ello.

Veréis que Marianne es una muchacha un poco "vamp" por su aspecto, pero su expresión es bastante cándida.

Rodolfo es un seductor un poco sentimental de los que acaban siendo seducidos.

Les estoy muy agradecida porque me trajeron una medalla de plata de Lituania.

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