domingo, 12 de julio de 2009

Azpeitia

Este fin de semana teníamos movida ferroviaria. Pep, mi marido, iba a encontrarse en Azpeitia con un grupo de amigos que, como él, viven en un continuo idilio con el tren. Y si ese tren es de vapor, el entusiasmo crece sobremanera. Y si esa locomotora se llama Aurrera, todos los piropos se quedan cortos. Es que , literalmente, beben los vientos por ella. Cuando la Aurrera suelta su vapor saturado de ese tizne negro que todo lo mancha : ropa negra, pelo negro, manos negras...todo el grupo aspiraba para llenarse los pulmones y todo su ser de esa esencia divina.
Naturalmente, yo corrí a esconderme de tales efluvios en el interior del vagón.
Pero... hay que reconocer que el trayecto fué delicioso.

Además, en la visita al magnífico museo del ferrocarril he descubierto un nexo entre ese mundo y el mío: El esmalte industrial.











Como véis, placas de todo tipo y con usos bien variados.
Euskadi me ha encantado. Sus bellísimos paisajes cautivan el espíritu y los sentidos.
Os animo a visitar esa hermosa tierra . Vuelvo a casa pensando cuándo podré volver!














2 comentarios:

Pilar Tarifa dijo...

Muy interesante....la foto final es genial...te quedo muy bien¡

Teresa Ulldemolins Aguadé dijo...

gracias, Pilar.
Me encanta poner los pies así !